-------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
El animal me
tiro al suelo y jalaba de mi brazo de un lado a otro, rasgando la piel.
- ¡Helena! – Ian se debatía con un lobo en
el suelo, otro de ellos estaba inmóvil y con el pelaje manchado de sangre a un
metro de donde Ian estaba acorralado. Dos muertos, uno con Ian y otro se
encargaba de mi brazo. Cuatro. Yo había visto cinco.
Haciendo el miedo y el dolor a un lado
alcancé mi daga en el cinturón, el animal abrió los ojos de par en par cuando
el acero se abrió paso hasta su corazón, sus mandíbulas se aflojaron y dejaron
ir mi ensangrentado brazo.
Volteé a ver a Ian. Se estaba quitando el
peso muerto del lobo de encima, el movimiento lo hizo darse media vuelta y
quedar mirando al suelo. Con la espalda totalmente desprotegida.
El quinto lobo salió de la nada, solo un
fugaz movimiento, una sombra que se abalanzo sobre su espalda.
- ¡Ian! – grite a todo pulmón. Todo
sucedió en cuestión de segundos. Ian abrió los ojos de par en par, entendiendo
lo que estaba por suceder. Extendí mi mano en su dirección y abrí la palma como
si le ordenara al animal detenerse, quería que se detuviera…si no lo hacía Ian moriría
y la sola idea hizo a un lado todo el dolor para dar paso a una desesperación
agonizante. Ian se dio media vuelta justo cuando las fauces del lobo se abrían
por completo.
En un parpadeo, sentí una extraña energía
emerger de mi pecho, arrancándome el aire y succionando el de mi alrededor. El
lobo salió volando, como si un látigo invisible lo hubiese golpeado y mandado
por los aires. Se escucho un horrible chillido antes de que su cuerpo se
golpeara con violencia contra un árbol.
Cada musculo en mi cuerpo se apago y fui
incapaz de mantener la cabeza o la mano alzada. Me faltaba el aire.
- Helena, Helena – Ian me tomo en brazos
y me ayudo a sentarme sin dejar de sostenerme - ¿estas bien?
- Casi te mata – susurre incapaz de
hablar en un tono normal –creo que lo detuve.
- Salió volando – dijo el atónito –
Helena, ese animal salió volando cuando estaba a centímetros de mi cara.
Ian desvió sus ojos de los míos y los clavo
en mi brazo. Lo había olvidado, aquel perro gigante casi me lo arrancaba. Ian
saco la daga del pecho del animal a un lado de nosotros y corto la tela de mi
camisa. Hice una mueca, era mi favorita.
- No es bueno, pero tampoco esta muy mal.
Si no la lavamos puede infectarse -entendí lo que esas palabras significaban y
trague pesadamente saliva, las fuerzas regresaron a mi cuerpo poco a poco.
- No
perdamos tiempo.
Llegamos a un
pequeño arroyo.
Ian me ayudo a lavar la herida, ardía como
mil demonios y apreté los dientes tan fuerte para no gritar que la mandíbula me
dolió. Agradecí por eso, el dolor me distrajo del miedo que el agua me causaba.
La venda fue un alivio, sentía el brazo
entumido, pero al menos ya estaba limpio.
- ¿Qué era lo que tenías que decirme? –
pregunte jadeando por el dolor.
Él se pensó un
poco la respuesta.
- Nada– dijo el sin mirarme a los ojos –, puede
esperar.
Arrugué la comisura
de la boca, pero no proteste.
Conforme el día avanzaba la herida me dolía
cada vez más y para el punto en que llego el atardecer ardía tanto que no
hubiese soportado dos horas más andando.
Me deje caer en mi colcha y comencé a
quitarme la venda con cuidado.
- Oye, oye – dijo Ian apresurándose a
evitar que continuara – no creo que debas de hacer eso.
- Algo esta mal, arde.
- Claro que arde, te mordió un lobo esta
tarde. Me sorprendería si no doliera. Además, no he dejado de pensar que le
sucedió a aquel animal.
- No, no, no – dije apartando sus manos
que evitaban continuarán deshaciéndome del pedazo de tela – esto no es normal.
El anochecer estaba comenzando y aquella
enorme bola plateada volvió a brillar en el cielo.
Cuando me quite
la venda el ardor era casi insoportable. Ian abrió los ojos alarmado ante la
visión de la herida.
Parecía estar ardiendo literalmente, mi
piel estaba enrojecida y se sentía hervir. Tarde unos segundos en entender que
sucedía…
La herida estaba cicatrizando, la piel se
contraía y se buscaba entre si, la carne se volvía a unir.
Apreté los
dientes y ahogue un grito en mi garganta que salió en forma de gruñido. Al cabo
de unos agónicos segundos…se detuvo. Ya no había herida, ni siquiera quedo una
cicatriz.
- Voy
a dejar de preguntarte, qué es lo que sucede – comenzó el rozando con los dedos
donde se suponía debía de estar la mordedura de un lobo, temblé por el contacto,
la piel la sentía nueva -, por que
claramente no tienes ni idea.
- ¿Qué me esta pasando, Ian? – mis ojos se
llenaron de lagrimas.
Él trago saliva.
- No lo se – me atrajo hacía el y me abrazo, hundí la cara
en su hombro y llore unos minutos pagada a él.
Aquello fue demasiado para mi.
Mi cabello era
blanco, mis ojos plateados; había salvado a Ian de morir… cuando saque a un
lobo volando, sabía donde estaban animales que nadie normal ni siquiera notaría
y acababa de sanar una herida que hubiese tomado días en cicatrizar.
Me separe de él con ojos rojos y los
limpie.
- Seguro que no esperabas nada de esto
cuando accediste a acompañarme – dije riendo débilmente.
El sonrió con calidez. Aparte la mirada y
la clave en las brazas del fuego, hace un minuto pude haber jurado que mi brazo
estaba siendo puesto directamente en ese lugar.
- No, no lo esperaba. No esperaba mas que
unas semanas de viaje y un par de experiencias fuertes, pero Helena, contigo
todo son experiencias fuertes – sonreí mientras me abrazaba a mi misma - Incluso
tu lo eres.
- ¿De que estas hablando? – desvíe la mirada
del fuego para voltear a ver a Ian, pero no me encontré con sus ojos, sino con
sus labios apresando los míos.
El beso solo duro unos segundos, y cuando
termino fue por mi culpa. Aparte a Ian suavemente y baje la mirada. ¿por qué lo
había hecho? ¿por qué me había besado? ¿por qué me había invadido la escena de
Aarón el la tienda del campamento?
- Lo siento – dijo él, hablaba en serio,
cada nota de su voz y cada fibra de su cuerpo se arrepentía de lo que acababa
de hacer.
- Yo también – respondí tratando de
controlar las lagrimas.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- ¿Es de esto de lo que querías hablar,
pero dijiste que no había prisa? – mi tono era de desesperación y enojo. Parada
enfrente de un rio con una corriente calmada, pero fuerte sentí la sangre
helarse cuando entendí que debíamos de cruzarlo.
- Si te hubiera dicho habrías entrado en
pánico – también Ian estaba molesto porque yo estaba molesta y me negaba a
cruzarlo.
- Un poco de preparación mental a lo
largo de los días hubiese ayudado- dije orgullosa cruzando los brazos sobre el
pecho.
- ¿En serio? ¿preparación mental, Helena?
Me mordí el
labio, tenía razón acababa de decir una estupidez.
- Lo siento, es solo que tengo miedo.
Los ojos de Ian
se suavizaron.
Cerré los ojos y
suspire.
- Muy bien.
Ian se aparto de
mi y tomo mi mochila.
- Cruzare primero las cosas y luego
regresaré por ti ¿de acuerdo?
Asentí y me
abracé con fuerza.
Ian tuvo que dar dos vueltas, pasaba las
mochilas alzándolas sobre su cabeza, pesaban mucho y lo admiraba por soportar
su peso y al mismo tiempo luchar contra la corriente, tardo unos veinte minutos
antes de que dejara ambas mochilas del otro lado y regresara por mi.
- Muy bien, ven – dijo agitando las manos
en su dirección, llamándome.
Inhale y exhale
temblorosa antes de comenzar a sumergirme, el nivel bajaba demasiado rápido y a
los tres pasos cuando el agua llego a mis hombros, tuve que regresar a la orilla
y aferrarme a ella.
- Vamos Helena – insistía Ian con la voz
tratando de ocultar desesperación. No había estado de buen humor desde esa
noche, todo estaba siempre tenso, apenas y hacíamos contacto visual y ahora debía
de prácticamente pegarme a él para cruzar
-Tienes que hacerlo Helena – me decía a mi
misma con los ojos cerrados y aferrando el pasto – tienes que hacerlo, se
fuerte, solo déjalo pasar.
Tome una gran
bocanada de aire por la nariz y me aparte de la orilla. Ian no se había movido
de donde estaba, para forzarme a alcanzarlo.
Comencé a caminar , todo mi cuerpo temblaba
y sentía los diminutos tres metros que me separaban de Ian como kilómetros.
- Ya casi llegas – dijo el extendiendo
los brazos hacía mi.
El nivel del suelo descendía más de lo que yo
podía mantenerme de pie fuera del agua y justo cuando llegué a los brazos de
Ian, el suelo desapareció bajo mis pies, me aferre a Ian, abrazándolo y
temblando.
- Eso es – dijo el poniendo un mechón que se
había soltado de la trenza detrás de mi oreja. Si no hubiese estado rodeada por
agua, probablemente lo habría apartado, no por enojo, si no porque ni siquiera
yo misma sabía que hacer.
Me puso detrás de su espalda y abracé su
cintura con las piernas, recargué la cabeza en su espalda y escuche su corazón
latir, era un ruido que encontré enormemente tranquilizador.
- Ya llegamos – escuche decir, su voz sonó
dentro de sus pulmones y la escuche pegada a su espalda.
Me ayudo a subir a la orilla y salir del
agua y luego el lo hizo. Estaba recostada en el pasto con el corazón latiéndome
en la punta de los dedos y en mi garganta, lo escuchaba incluso en mi cabeza,
un ritmo parecido al del de Ian.
- ¿Estas bien? – me pregunto cuando noto
que no me movía a excepción de mi pecho que subía y bajaba con rapidez.
-
Nunca estuve mejor – le respondí sonriendo. Me puse de píe y tome la mochila
del suelo – Gracias.
Ian también tomo su mochila, no me miro a
los ojos.
- Hay que continuar. Solo quedan 3
días.
Asentí y tome
todo mi pelo entre las manos, lo retorcí, exprimiéndolo y dejando salir toda el
agua acumulada. Aquella enorme muralla entre los dos era cada vez más
asfixiante.
- ¿Qué hacemos cuando lleguemos?
- Hay un lugar..
- ¿Una posada?
- Si. Me quede ahí la última vez, acepta
monedas de todos lados, nos servirá.
Me había
acostumbrado al bosque de Kellmer y definitivamente me costaría mucho trabajo
sentirme a gusto en la civilización, pero después de haber enfrentado el agua,
suponía que la gente sería un cosa menos difícil a que hacerle frente.
- ¿Cómo vamos a ocultar mi cabello?.
------------------------------------------------------------
Estaba recargada
sobre un tronco, mentalizándome para lo que estaba por venir dentro de un par
de minutos.
Ian se había adelantado, por fin habíamos
llegado a Kellmer, pero yo no podía salir solo así y había dejado tirado el
vestido que Ian me consiguió el primer día en el suelo, me arrepentí de haberlo
hecho en el momento que Ian me lanzo una mirada de reprimenda.
Me mordí el labio y exhale con fuerza,
apartando un claro mechón de mi frente.
En los últimos
días seguí viendo cosas en mi cabeza que ningún humano vería a simple vista;
como un halcón sobrevolándonos en silencio, un ciervo corriendo a un kilometro
de donde estábamos, el aroma de las flores incluso el sonido de las hojas
rozándose. No entendía que tenía que ver eso con mi transformación y aunque al
principio me pareció un poco difícil de controlar, había aprendido a sacarle ventaja
y ahora, viendo a Ian aproximarse, escuchar el sonido de la tela del vestido
rozarse colgando de su brazo e incluso sentir en la nuca sus respiraciones.
Ian tardo tres minutos antes de que de
verdad apareciera ante mi.
- Sigo sin saber como consigues estas
cosas – dije alzando una ceja sorprendida y tomando el vestido en mis manos.
- Tu serás mi esposa…
- Ya quisieras – dije, tratando de
ocultar el gran nerviosismo que esa palabra me causo.
-
Déjame terminar, eres mi esposa y quedaste ciega, por eso usas la venda. Es
para proteger tus ojos y yo, te estoy cuidando – la voz de Ian sonaba simple,
sin emociones ni el típico tono de sarcasmo que normalmente lo distinguía. Solo
hablaba del plan, pero su mirada y mente estaban completamente en otro lado.
Trague saliva, incomoda por el silencio.
-
¿Y voy a andar por ahí con esto en todos lados?
- Creí que explicarlo estaba de más.
La cortante
respuesta de Ian me arrugo la lengua y no tuve ganas de decir nada más.
Me desesperaba no saber ni a donde mirar
mientras hablaba cara a cara con Ian así que con desesperación me quite la tela
de los ojos y parpadee repetidas veces para volver a ajustar los ojos a la luz.
-
Bien, creo que no hay otra opción .
-
Siempre está el sombrero – Tense la línea de mis labios y empareje las cejas.
El comentario no había venido en forma de burla.
- Supongo que con el cabello puedo
hacerme un moño.
- ¿Traigo el espejo? – pregunto Ian
mientras se daba medía vuelta. Ni siquiera tuve que responderle trajo el espejo
ante mi y lo coloque de manera que me podía ver toda la cara.
Comencé a recogérmelo, me costo trabajo
esconder cada mechón color blanco y notaba que a Ian se le comenzaba a entumir
el brazo.
Incluso mis brazos estaban adoloridos, pero
finalmente había acabado y solo quedaba caminar los restantes diez minutos de
bosque antes de entrar a Kellmer.
Conforme avanzábamos, el bosque perdía
espesura y daba paso al terreno abierto. Los animales disminuyeron a cero en
cuestión de minutos y los árboles se hicieron menos altos. Finalmente, cuando
el final des bosque llego a su fin un escalofrió me recorrió y sentí mariposas
en el estomago. Estaba a punto de entrar por la boca de la vestía.
No había muchas personas en el puente que
daba con la entrada de la ciudad, agradecí por eso y porque no hubiese docenas
de comerciantes peleándose por entrar.
- Todo va a salir bien, solo no te
despegues de mi y estarás bien.
Ian coloco la
venda sobre mis ojos y quede definitivamente ciega.
- Todo va a salir bien – repetí.
hola.... excelente muy buena.. en q se esta transformando helena? ... que intriga y Ian cual sera ese secreto... felicitaciones esperando un próximo capitulo.. gracias..
ResponderEliminarGenial!! ahora no le va quedar otra que confiar en Ian!!! Ya me estaba desesperando xq no llegaba esta capitulo!!!! :)
ResponderEliminarhaci que helena tiene poderes me agrada pero todabia
ResponderEliminarese secreto de ian creo que no es nada bueno o inosente
espero no sea un traidor y lleve a helena a una trampa
muy buen capitulo gracias jane