lunes, 10 de marzo de 2014

Capítulo 7. Parte tres

Antes que nada quiero pedir una disculpa por el retraso y espero que esta parte les guste mucho.

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El animal me tiro al suelo y jalaba de mi brazo de un lado a otro, rasgando la piel.

   - ¡Helena! – Ian se debatía con un lobo en el suelo, otro de ellos estaba inmóvil y con el pelaje manchado de sangre a un metro de donde Ian estaba acorralado. Dos muertos, uno con Ian y otro se encargaba de mi brazo. Cuatro. Yo había visto cinco.
   Haciendo el miedo y el dolor a un lado alcancé mi daga en el cinturón, el animal abrió los ojos de par en par cuando el acero se abrió paso hasta su corazón, sus mandíbulas se aflojaron y dejaron ir mi ensangrentado brazo.

   Volteé a ver a Ian. Se estaba quitando el peso muerto del lobo de encima, el movimiento lo hizo darse media vuelta y quedar mirando al suelo. Con la espalda totalmente desprotegida.
      El quinto lobo salió de la nada, solo un fugaz movimiento, una sombra que se abalanzo sobre su espalda.

     - ¡Ian! – grite a todo pulmón. Todo sucedió en cuestión de segundos. Ian abrió los ojos de par en par, entendiendo lo que estaba por suceder. Extendí mi mano en su dirección y abrí la palma como si le ordenara al animal detenerse, quería que se detuviera…si no lo hacía Ian moriría y la sola idea hizo a un lado todo el dolor para dar paso a una desesperación agonizante. Ian se dio media vuelta justo cuando las fauces del lobo se abrían por completo.


   En un parpadeo, sentí una extraña energía emerger de mi pecho, arrancándome el aire y succionando el de mi alrededor. El lobo salió volando, como si un látigo invisible lo hubiese golpeado y mandado por los aires. Se escucho un horrible chillido antes de que su cuerpo se golpeara con violencia contra un árbol.
     Cada musculo en mi cuerpo se apago y fui incapaz de mantener la cabeza o la mano alzada. Me faltaba el aire.

       - Helena, Helena – Ian me tomo en brazos y me ayudo a sentarme sin dejar de sostenerme - ¿estas bien?
       - Casi te mata – susurre incapaz de hablar en un tono normal –creo que lo detuve.
       - Salió volando – dijo el atónito – Helena, ese animal salió volando cuando estaba a centímetros de mi cara.
  Ian desvió sus ojos de los míos y los clavo en mi brazo. Lo había olvidado, aquel perro gigante casi me lo arrancaba. Ian saco la daga del pecho del animal a un lado de nosotros y corto la tela de mi camisa. Hice una mueca, era mi favorita.

     - No es bueno, pero tampoco esta muy mal. Si no la lavamos puede infectarse -entendí lo que esas palabras significaban y trague pesadamente saliva, las fuerzas regresaron a mi cuerpo poco a poco.
   -  No perdamos tiempo.

Llegamos a un pequeño arroyo.
   Ian me ayudo a lavar la herida, ardía como mil demonios y apreté los dientes tan fuerte para no gritar que la mandíbula me dolió. Agradecí por eso, el dolor me distrajo del miedo que el agua me causaba.
   La venda fue un alivio, sentía el brazo entumido, pero al menos ya estaba limpio.

    - ¿Qué era lo que tenías que decirme? – pregunte jadeando por el dolor.
Él se pensó un poco la respuesta.

   - Nada– dijo el sin mirarme a los ojos –, puede esperar.

Arrugué la comisura de la boca, pero no proteste.

  Conforme el día avanzaba la herida me dolía cada vez más y para el punto en que llego el atardecer ardía tanto que no hubiese soportado dos horas más andando.
    Me deje caer en mi colcha y comencé a quitarme la venda con cuidado.

     - Oye, oye – dijo Ian apresurándose a evitar que continuara – no creo que debas de hacer eso.

     - Algo esta mal, arde.

     - Claro que arde, te mordió un lobo esta tarde. Me sorprendería si no doliera. Además, no he dejado de pensar que le sucedió a aquel animal.

    - No, no, no – dije apartando sus manos que evitaban continuarán deshaciéndome del pedazo de tela – esto no es normal.

   El anochecer estaba comenzando y aquella enorme bola plateada volvió a brillar en el cielo.
Cuando me quite la venda el ardor era casi insoportable. Ian abrió los ojos alarmado ante la visión de la herida.
    Parecía estar ardiendo literalmente, mi piel estaba enrojecida y se sentía hervir. Tarde unos segundos en entender que sucedía…
    La herida estaba cicatrizando, la piel se contraía y se buscaba entre si, la carne se volvía a unir.
Apreté los dientes y ahogue un grito en mi garganta que salió en forma de gruñido. Al cabo de unos agónicos segundos…se detuvo. Ya no había herida, ni siquiera quedo una cicatriz.

    - Voy a dejar de preguntarte, qué es lo que sucede – comenzó el rozando con los dedos donde se suponía debía de estar la mordedura de un lobo, temblé por el contacto, la piel la sentía nueva  -, por que claramente no tienes ni idea.

    - ¿Qué me esta pasando, Ian? – mis ojos se llenaron de lagrimas.
Él trago saliva.

    - No lo se –  me atrajo hacía el y me abrazo, hundí la cara en su hombro y llore unos minutos pagada a él.  

   Aquello fue demasiado para mi.
Mi cabello era blanco, mis ojos plateados; había salvado a Ian de morir… cuando saque a un lobo volando, sabía donde estaban animales que nadie normal ni siquiera notaría y acababa de sanar una herida que hubiese tomado días en cicatrizar.
     Me separe de él con ojos rojos y los limpie.

    - Seguro que no esperabas nada de esto cuando accediste a acompañarme – dije riendo débilmente.
    El sonrió con calidez. Aparte la mirada y la clave en las brazas del fuego, hace un minuto pude haber jurado que mi brazo estaba siendo puesto directamente en ese lugar.

     - No, no lo esperaba. No esperaba mas que unas semanas de viaje y un par de experiencias fuertes, pero Helena, contigo todo son experiencias fuertes – sonreí mientras me abrazaba a mi misma - Incluso tu lo eres.

   - ¿De que estas hablando? – desvíe la mirada del fuego para voltear a ver a Ian, pero no me encontré con sus ojos, sino con sus labios apresando los míos.

  El beso solo duro unos segundos, y cuando termino fue por mi culpa. Aparte a Ian suavemente y baje la mirada. ¿por qué lo había hecho? ¿por qué me había besado? ¿por qué me había invadido la escena de Aarón el la tienda del campamento?

       - Lo siento – dijo él, hablaba en serio, cada nota de su voz y cada fibra de su cuerpo se arrepentía de lo que acababa de hacer.
   
          - Yo también – respondí tratando de controlar las lagrimas.

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    - ¿Es de esto de lo que querías hablar, pero dijiste que no había prisa? – mi tono era de desesperación y enojo. Parada enfrente de un rio con una corriente calmada, pero fuerte sentí la sangre helarse cuando entendí que debíamos de cruzarlo.

     - Si te hubiera dicho habrías entrado en pánico – también Ian estaba molesto porque yo estaba molesta y me negaba a cruzarlo.

      - Un poco de preparación mental a lo largo de los días hubiese ayudado- dije orgullosa cruzando los brazos sobre el pecho.

      - ¿En serio? ¿preparación mental, Helena?
Me mordí el labio, tenía razón acababa de decir una estupidez.

       - Lo siento, es solo que tengo miedo.
Los ojos de Ian se suavizaron.
Cerré los ojos y suspire.

       - Muy bien.
Ian se aparto de mi y tomo mi mochila.

        - Cruzare primero las cosas y luego regresaré por ti ¿de acuerdo?
Asentí y me abracé con fuerza.

  Ian tuvo que dar dos vueltas, pasaba las mochilas alzándolas sobre su cabeza, pesaban mucho y lo admiraba por soportar su peso y al mismo tiempo luchar contra la corriente, tardo unos veinte minutos antes de que dejara ambas mochilas del otro lado y regresara por mi.

     - Muy bien, ven – dijo agitando las manos en su dirección, llamándome.

Inhale y exhale temblorosa antes de comenzar a sumergirme, el nivel bajaba demasiado rápido y a los tres pasos cuando el agua llego a mis hombros, tuve que regresar a la orilla y aferrarme a ella.

      - Vamos Helena – insistía Ian con la voz tratando de ocultar desesperación. No había estado de buen humor desde esa noche, todo estaba siempre tenso, apenas y hacíamos contacto visual y ahora debía de prácticamente pegarme a él para cruzar

        -Tienes que hacerlo Helena – me decía a mi misma con los ojos cerrados y aferrando el pasto – tienes que hacerlo, se fuerte, solo déjalo pasar.
Tome una gran bocanada de aire por la nariz y me aparte de la orilla. Ian no se había movido de donde estaba, para forzarme a alcanzarlo.
    Comencé a caminar , todo mi cuerpo temblaba y sentía los diminutos tres metros que me separaban de Ian como kilómetros.

      - Ya casi llegas – dijo el extendiendo los brazos hacía mi.

 El nivel del suelo descendía más de lo que yo podía mantenerme de pie fuera del agua y justo cuando llegué a los brazos de Ian, el suelo desapareció bajo mis pies, me aferre a Ian, abrazándolo y temblando.

   - Eso es – dijo el poniendo un mechón que se había soltado de la trenza detrás de mi oreja. Si no hubiese estado rodeada por agua, probablemente lo habría apartado, no por enojo, si no porque ni siquiera yo misma sabía que hacer.
  Me puso detrás de su espalda y abracé su cintura con las piernas, recargué la cabeza en su espalda y escuche su corazón latir, era un ruido que encontré enormemente tranquilizador.

     - Ya llegamos – escuche decir, su voz sonó dentro de sus pulmones y la escuche pegada a su espalda.

       Me ayudo a subir a la orilla y salir del agua y luego el lo hizo. Estaba recostada en el pasto con el corazón latiéndome en la punta de los dedos y en mi garganta, lo escuchaba incluso en mi cabeza, un ritmo parecido al del de Ian.

       - ¿Estas bien? – me pregunto cuando noto que no me movía a excepción de mi pecho que subía y bajaba con rapidez.
       - Nunca estuve mejor – le respondí sonriendo. Me puse de píe y tome la mochila del suelo – Gracias.
    Ian también tomo su mochila, no me miro a los ojos.
         - Hay que continuar. Solo quedan 3 días.
Asentí y tome todo mi pelo entre las manos, lo retorcí, exprimiéndolo y dejando salir toda el agua acumulada. Aquella enorme muralla entre los dos era cada vez más asfixiante.
     - ¿Qué hacemos cuando lleguemos?

    - Hay un lugar..

     - ¿Una posada?

     - Si. Me quede ahí la última vez, acepta monedas de todos lados, nos servirá.

Me había acostumbrado al bosque de Kellmer y definitivamente me costaría mucho trabajo sentirme a gusto en la civilización, pero después de haber enfrentado el agua, suponía que la gente sería un cosa menos difícil a que hacerle frente.


     - ¿Cómo vamos a ocultar mi cabello?.


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Estaba recargada sobre un tronco, mentalizándome para lo que estaba por venir dentro de un par de minutos.
    Ian se había adelantado, por fin habíamos llegado a Kellmer, pero yo no podía salir solo así y había dejado tirado el vestido que Ian me consiguió el primer día en el suelo, me arrepentí de haberlo hecho en el momento que Ian me lanzo una mirada de reprimenda.
    Me mordí el labio y exhale con fuerza, apartando un claro mechón de mi frente.
En los últimos días seguí viendo cosas en mi cabeza que ningún humano vería a simple vista; como un halcón sobrevolándonos en silencio, un ciervo corriendo a un kilometro de donde estábamos, el aroma de las flores incluso el sonido de las hojas rozándose. No entendía que tenía que ver eso con mi transformación y aunque al principio me pareció un poco difícil de controlar, había aprendido a sacarle ventaja y ahora, viendo a Ian aproximarse, escuchar el sonido de la tela del vestido rozarse colgando de su brazo e incluso sentir en la nuca sus respiraciones. 
      Ian tardo tres minutos antes de que de verdad apareciera ante mi.

       - Sigo sin saber como consigues estas cosas – dije alzando una ceja sorprendida y tomando el vestido en mis manos.

         - Tu serás mi esposa…

         - Ya quisieras – dije, tratando de ocultar el gran nerviosismo que esa palabra me causo.

        - Déjame terminar, eres mi esposa y quedaste ciega, por eso usas la venda. Es para proteger tus ojos y yo, te estoy cuidando – la voz de Ian sonaba simple, sin emociones ni el típico tono de sarcasmo que normalmente lo distinguía. Solo hablaba del plan, pero su mirada y mente estaban completamente en otro lado.
     Trague saliva, incomoda por el silencio.

        - ¿Y voy a andar por ahí con esto en todos lados?

         - Creí que explicarlo estaba de más.
La cortante respuesta de Ian me arrugo la lengua y no tuve ganas de decir nada más.

      Me desesperaba no saber ni a donde mirar mientras hablaba cara a cara con Ian así que con desesperación me quite la tela de los ojos y parpadee repetidas veces para volver a ajustar los ojos a la luz.
      - Bien, creo que no hay otra opción .

      - Siempre está el sombrero – Tense la línea de mis labios y empareje las cejas. El comentario no había venido en forma de burla.

      - Supongo que con el cabello puedo hacerme un moño.

      - ¿Traigo el espejo? – pregunto Ian mientras se daba medía vuelta. Ni siquiera tuve que responderle trajo el espejo ante mi y lo coloque de manera que me podía ver toda la cara.
    Comencé a recogérmelo, me costo trabajo esconder cada mechón color blanco y notaba que a Ian se le comenzaba a entumir el brazo.
   Incluso mis brazos estaban adoloridos, pero finalmente había acabado y solo quedaba caminar los restantes diez minutos de bosque antes de entrar a Kellmer.

      Conforme avanzábamos, el bosque perdía espesura y daba paso al terreno abierto. Los animales disminuyeron a cero en cuestión de minutos y los árboles se hicieron menos altos. Finalmente, cuando el final des bosque llego a su fin un escalofrió me recorrió y sentí mariposas en el estomago. Estaba a punto de entrar por la boca de la vestía.
    No había muchas personas en el puente que daba con la entrada de la ciudad, agradecí por eso y porque no hubiese docenas de comerciantes peleándose por entrar.

       - Todo va a salir bien, solo no te despegues de mi y estarás bien.
Ian coloco la venda sobre mis ojos y quede definitivamente ciega.

       - Todo va a salir bien – repetí.

3 comentarios:

  1. hola.... excelente muy buena.. en q se esta transformando helena? ... que intriga y Ian cual sera ese secreto... felicitaciones esperando un próximo capitulo.. gracias..

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  2. Genial!! ahora no le va quedar otra que confiar en Ian!!! Ya me estaba desesperando xq no llegaba esta capitulo!!!! :)

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  3. haci que helena tiene poderes me agrada pero todabia
    ese secreto de ian creo que no es nada bueno o inosente
    espero no sea un traidor y lleve a helena a una trampa
    muy buen capitulo gracias jane

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